domingo, 19 de mayo de 2013

Videla, Mourinho, y el Boca del fondo: se van

Ha sido una semana cargada de hechos futbolísticos y de los otros. La muerte de Videla también tiene que ver con el fútbol, porque la foto del Mundial 78, la que lo une a Passarella, la de la primera copa del mundo para la Selección Argentina, ya esta allí y estará para siempre. Ya nadie reivindica al dictador. Y muchos de los protagonistas de aquel título del 78 parecen sentirse con la cola sucia. Yo era demasiado niño para tener otro recuerdo que la multitudinaria marcha de bocinas y festejos en el centro del pueblo, enfrente del bar Ideal. Y aunque uno no haya tenido nada que ver con el dictador, aunque lo haya odiado e insultado, es innegable que hay un pedazo de uno, un retazo de nuestra historia, que se va con Videla. Porque Videla era argentino y no salió debajo de un repollo. Videla era futbolero y socio vitalicio de River, además de genocida, asesino, e hipócrita. No se festejan las muertes. Pero tal vez haya que festejar que uno de nuestras vísceras más oscuras se va por el inodoro. Así parecen haberlo entendido la mayoría, aunque no faltan miserables que siguen jugando un partido que se terminó hace décadas, y que prefieren acordarse de módicas palabras elogiosas de Van der Kooy luego de una entrevista con Videla, que de acordarse de las loas y del fomento de la represión ilegal que promovía el canciller Timerman desde el diario La Tarde (ver acá).
En España, mientras tanto, Mourinho cierra esta semana una temporada sin títulos. Con el Barcelona sin Pep y con Tito afectado por el cáncer, el Real Madrid juntaba todos los boletos para una temporada de gloria. Pero los partidos importantes se le fueron escapando por el camino. Y entre la derrota ante el Dortmund por la Champions, el título de liga del Barsa, y la derrota ante al Atlético de Madrid por la final de la Copa del Rey, se ha quedado con las manos vacías, y con el gran Iker Casillas en el banco de suplentes. El propio Pellegrini, a quien Mourinho supo ningunear por magras campañas, supo ser más exitoso que el Real Madrid en este ocaso. Encima, Mourinho no deja nada como herencia, porque todo lo tiene para ofrecer, cuando lo tiene, son resultados. Pero si los resultados se le niegan, a los propios le queda el sabor de haber perdido con él en el banco. Con Mourinho perdió el Madrid el señorío que lo hizo el mejor club del mundo. Lo rebajó al infierno de la bravuconada barata y la vulgaridad del mal perdedor. Florentino lo eligió como lo eligieron a él: por ser el más rico y el mejor pago. Ese trío, Florentino, Mou y CR7 se van con el rabo entre las pienas masticando la derrota más humillante, frente al rival del pueblo, que no junta ni con su plantel completo un valor semejante al 10% de lo que gasta el Madrid en papel higiénico. Sin embargo, por razones difíciles de descifrar, salvo la prensa catalana, casi nadie castiga al trío como se merece. Estarán comprados. Ni Pepe, su carnicero, ha sido tan domesticable. Y termina en el banco de suplentes por haber apoyado a Iker, porque es rústico para el fútbol pero astuto para adelantar lo que viene, que es la reivindicación de Casillas en el Madrid, venga quien venga. Habrá que ver si los foristas que lo alababan en las victorias (por ejemplo, Matías de http://fobal2000.blogspot.com.ar/) vendrán ahora a despedir sus restos o si se quedará solo como Videla. Volverá al Chelsea, a su gran amor, con el caballo cansado y su prestigio inmaculado... de traductor.
Para el final queda el Boca que aparece cuando el agua ha superado la línea del cuello. El de anoche no fue el equipo titular y pareció temerario arriesgar a Orión, Clemente, Erbes y Martínez en un partido intrascendente. Pero, como dice el sabio de Liniers, una victoria atrae la siguiente y anoche hasta el Chiqui Perez jugó más o menos bien y con más confianza. De los pies de Sanchez Miño, Paul Fernandez y los tres delanteros salió buen fútbol, toque, y presión arriba. Por las dudas que no lo haya notado, Boca jugó con dos wines (Acosta y Martínez), un 9 de punta, y dos delanteros que van más de lo que vuelven (Sanchez Miño y Fernandez). La vuelta al gol del Burrito Martínez es otro hito auspicioso. Porque como las victorias, los goles también traen goles. Boca dominó el partido de punta a punta frente a un rival apático y con poco poder de fuego. Pudo sufrir el empate sobre el final, sin embargo. Porque Colón tiró el último resto en cuatro pelotas paradas que pusieron a prueba la firmeza de las manos de Orión y las cabezas de los centrales. Pero se impuso. No recibió el gol. Anotelo para lo que viene. Para evaluar la evolución de este Boca. Y también las respuestas de sus rivales. Bianchi y Riquelme, curtidos en esto de las declaraciones previas a los partidos decisivos, insistieron en el favoritismo de Newells, puntero del campeonato, frente al que va decimonoveno en la tabla. Scocco y Maxi Rodríguez no se hicieron cargo. Ellos, sólo ellos, los rosarinos, dan como favorito al Boca de Bianchi.

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