martes, 13 de agosto de 2013

La manta corta y la manta angosta


Si uno se pudiera sacar la camiseta habría que decir que Boca y Newells jugaron un muy buen partido esta noche. Pero uno no se saca la camiseta (entre otras cosas por el viento helado de esta noche, que nos hizo difícil la llegada, la permanencia y la salida de la Bombonera).
Boca jugó mejor que contra Belgrano. Tuvo picos de juego interesante en la primera media hora de partido, con gol desde el vestuario incluido. Ese gol de Blandi es maravilloso por como se gesta y se define la jugada. El del Cata Díaz es más espectacular, pero menos replicable.
Lo que se replicó durante todo el partido fue la pelota cruzada a las espaldas de Marín, en el flanco derecho de la defensa de Boca. El pibe nos hizo acordar a aquella derrota olvidable de local en la Bombonera frente al Toluca en el semestre pasado, aquella en la que Cellay se comió tamaño baile que Bianchi tuvo que sacarlo en el primer tiempo. En realidad, Marín no fue bailado. Cometió errores conceptuales, pero no perdió en los mano a mano. El problema del costado derecho de la defensa de Boca es colectivo. Y tiene que ver con otros factores. Bianchi, a gusto o a disgusto, tiene que rodear a Riquelme de buenos interlocutores. Román necesita opciones de pase y esas opciones no se generan si sus compañeros no pasan la línea de la pelota. El problema es que después hay que volver. Y aunque uno prefiera sin dudarlo a Sanchez Miño que a Erviti, la falta de despliegue de los laderos de Riquelme se siente cuando hay que volver. En el caso de Marín, al que extraña es a Ledesma.
La cuestión es sencilla: Boca no lastima cuando tiene la pelota, ni puede asegurar control pleno de la redonda. Y cuando la pierde, y la pierde seguido, sufre corriendo de atrás a volantes y delanteros rivales que aprovechan para disparar con muchos metros y pocas piernas enfrente.
Esto no es un llamado a planteos más conservadores. Si la derrota es inexorable, es preferible perder así, yendo al frente, que perder especulando como con Falcioni. Pero no es evidente que la derrota sea inexorable. Ni es inevitable que cada vez que le llegan a Boca le conviertan. Cierto es que la noche de Marín fue negra, pero Orión tiene responsabilidades decisivas en el segundo gol. Y al margen de las actuaciones individuales, hay un patrón muy claro que muestra la mandíbula vulnerable del xeneixe. Boca estuvo dos veces arriba, de local, y no pudo cerrar el partido. Y lo termina perdiendo.
Es verdad que Newells jugó un muy buen partido. Mejor que los dos empates con los que dejó a Boca afuera de la Libertadores por penales. Tuvo más coraje y más dignidad. Especuló menos con los errores de Boca. Salió a buscar el partido. Y probablemente haya merecido ganarlo, aunque más no sea por la pobreza del segundo tiempo xeneixe.
En Boca cumplieron el Cata e Insúa entre los defensores y Ribair en la línea de volantes. Román tuvo más sombras que luces y el Burrito Martínez, lamentablemente, confirma que la camiseta le queda tan grande que hoy Mouche sería titular y en cualquier momento Cangele le saca el puesto. Gigliotti volvió a tener una. Y la volvió a fallar. No se le puede exigir efectividad perfecta. Pero por el momento no justifica más de los 15 minutos que Bianchi le está ofreciendo.
Ya en el semestre anterior Boca demostró que sabe jugar finales y que las puede jugar muy bien (sólo por penales dejó la Libertadores). Pero para jugar finales hay que primero ganar partidos intrascendentes como el de esta noche. Y en eso Boca sigue fallando.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Orejeando (y buscando identidad)

Para empezar, y despejar sospechas, digamos las cosas con propiedad. A Belgrano le estafaron el partido esta noche. Le anularon dos goles en offside, le dieron un penal en contra dudoso y no le cobraron dos penales a favor también dudosos. No mereció perder ni Boca ganar. Habrá que ver si Segura, el que iba a renunciar a todo al final de campeonato y sigue más firme que Cristina en la Rosada, dispuso que arbitrara Maglio y de esta manera para administrar la ley de las compensaciones. No se olvide que el 13 de Abril pasado, Boca y Belgrano se enfrentaron en la Bombonera. Que Boca mereció ganar y que a Blandi no le dieron un gol porque la pelota no había entrado aunque las cámaras mostraron que había entrado medio metro. Pero más allá de los horrores del arbitraje argentino y las contribuciones de Maglio a esa causa, hay que sacar en limpio lo que deja este debut de Boca en el campeonato.
Deja, desde luego, un triunfo. Que aunque sea inmerecido siempre genera buenas expectativas. Pero mejor fue el arranque del campeonato anterior, levantando un 0-2 a All Boys y ganando épicamente. Además de las diferencias en los nombres, aquel equipo de Boca tuvo más llegadas que este. Fue igual de frágil para defenderse. Pero generó situaciones como para merecer ese triunfo.
Hoy Belgrano arrancó ganando desde el vestuario, como le viene pasando a Boca desde hace al menos dos años. El pirata cordobés fue ordenado en defensa y preciso en ataque. Le regaló la posesión a Boca pero hizo mucho daño contragolpeando. Creó no menos de seis situaciones de peligro claras. Boca tuvo que sobreponerse al gol temprano. Lo hizo merced a un penal. Pero las zozobras defensivas continuaron durante todo el partido.
El diagnóstico es bastante claro: Boca gana en solidez con la presencia del Cata Díaz pero pierde el trámite del partido en el medio, porque le sobra buen pie pero le falta raspar. Y, entonces, si la figura de Boca y del partido es Ribair Rodríguez, si los hinchas empiezan a pensar que Gago va a tener problemas en sacarle el puesto, el problema es que Boca no domina con pelota y no recupera ni transcisiona bien cuando lo atacan. Ledesma es una sombra del gran volante derecho que supo ser. Y Sanchez Miño derrocha talento pero parece hacerlo fuera de su lugar natural y con muy poca contracción a correr rivales (aunque sigue siendo el primero y el mejor socio de Riquelme). Los delanteros parecen aislados de ese circuito incipiente. Blandi es un remedo de Silva, y el Burrito Martínez juega para su puchero pero se asocia poco.
Así, lo que Boca necesita, por el momento, además de los triunfos, es una cierta identidad. Que esta noche no se vislumbró. Porque Boca estuvo incómodo con la pelota y desordenado sin ella. Cuando la tiene parece que están jugando un loco. Se la prestan, pero de manera estática, sin agresividad para hacer daño en el arco de enfrente. Y cuando no la tienen, salen a marcar de a uno, dejando flancos muy abiertos en los costados y exponiéndose a dejar habilitados a los rivales por un mal paso adelante.
En tren de rescatar lo positivo, además de la buena tarea de Ribair y de la sólida actuación del Cata Díaz, incluyendo su orejazo que sentenció el partido, hay que reiterar el compromiso de Riquelme con este equipo de Bianchi. Pocas veces lo hemos visto correr rivales después de perder una pelota a los 40 minutos del segundo tiempo. Pero esta noche lo hizo y los hinchas lo van a recordar. Y además, claro, el fútbol. Gol de penal que sirve para poner justicia a los 10 minutos del primer tiempo. Y dos deliciosos pases-gol a Gigliotti que Palermo hubiera convertido en goles (aunque después lo puteara porque no le había sonrisitas en el vestuario).
La buena noticia, por el momento, es apenas el resultado. Y como encima está teñida por la mano sucia de Segura, ni siquiera aparece como una promesa más o menos seria. Lo que viene es Newells, el "Barcelona criollo" ahora reforzado con Trezeguet. Un buen test para confirmar para qué está Boca.

jueves, 1 de agosto de 2013

Comenzar derecho

Empieza el torneo y, como ocurre cada seis meses, se encienden esperanzas de salir campeón. Se han reforzado muy bien Racing, River, San Lorenzo, y Lanús. Velez quiere pelear y Newells reemplaza a Scocco con Trezeguet (estando sano, es muy superior el francés). Pero el que más ha invertido y el que hace las modificaciones más radicales es Boca.
Un semestre más tarde de lo esperado, se producen los ansiados regresos del Cata Díaz y de Fernando Gago, del Atlético Madrid y el Valencia de España. Se suman además dos jugadores del club, Emanuel Insúa y Jesús Méndez, al vencimiento de sus préstamos con Godoy Cruz y Central respectivamente. Boca además incorpora a dos delanteros goleadores: Emanuel Gigliotti, goleador del campeonato anterior con Colón y Claudio Riaño que viene de San Martín de San Juan. A esos se suma un arquero suplente, Trípodi que viene de Quilmes, y  Franco Cángele, un viejo conocido. O sea, un total de ocho nuevos o semi-nuevos, más la posibilidad de incorporar un lateral derecho (suena Iván Piris, el paraguayo de la Roma)
Los que se van son, de acuerdo con los registros oficiales, 23 jugadores. Las salidas más dolorosas han sido, probablemente, las de Clemente Rodríguez (que se fue al San Pablo de Brasil), Lucas Viatri (al Jaguares de Chiapas), Oscar Ustari (al Almería de España), y - lo más criticable - los jóvenes que se van para darle lugar a los nuevos experimentados, esto es, Gaona Lugo  al Cerro Porteño, Magallán y Pol Fernández a Central, Jopito Alvarez, Benavidez, y Nico Colazo a All Boys, Sebastián Palacios (Unión), y Sergio Araujo (que la va a romper en Tigre).
No serán extrañados ni Silva ni Somoza ni el Laucha Acosta, todos en Lanús. Y pasarán al triste olvido jugadores mediocres como Emiliano Albín (se fue a Peñarol), Walter Erviti (al Atlante), y Christian Cellay (que no está ni para jugar en la B en Huracán) que se fueron por sus mediocres rendimientos pero no tuvieron siquiera la gratitud de respetar al equipo que por única vez en la vida les permitió jugar en un grande. Dentro de un par de años, nadie se acordará de Cellay, Erviti, Silva, Somoza, Albín. O, si nos acordamos, será para agarrarnos la cabeza pensando en los penales de Cellay, los pases errados de Somoza, los choques, foules en ataque, y posiciones adelantadas de Silva, y el gol errado por Erviti, mano a mano con Barovero. Una suerte que se hayan ido (también se fue Franco Sosa a Gimnasia de Jujuy, sin pena ni gloria pero con mínima dignidad).
Se espera una defensa más confiable, a partir de la experiencia y la jerarquía del Cata Díaz. Se espera mucho Fútbol De Buen Pie en ese medio campo de notables que Bianchi puede formar juntando a Erbes, Gago, Sanchez Miño y Riquelme (más Ledesma, Mendez, Rivero, Paredes cuando se recupere de la patada criminal del mediocre Orión). Y se espera gol con las presencias de Blandi, el Burrito Martínez, más las llegadas de Gigliotti y Riaño. Pero, por sobre todo, se espera recuperar la solidez defensiva y un concepto de juego que Boca no tiene desde el último equipo de Basile. En ese, precisamente, brillaban el Cata y Gago. Son esos fantasmas los que estamos invocando. Ahora de la mano de Bianchi.