jueves, 2 de mayo de 2013

Coperos

Con más actitud que fútbol, Boca ha superado la primera prueba de fuego. Quedan River, San Lorenzo, y la revancha con Corinthians.
Cualquier hincha de Boca con dos dedos de frente hubiera firmado, a las 8 de la noche, un 0-0 de local (y hasta un 0-0 de visitante para tirar los dados en los penales). Con el equipo disminuido, sin Riquelme, batiendo récords de derrotas y partidos sin ganar, permitiéndole a los rivales quebrar sus propios records. Al fin y al cabo, nombre por nombre, este no era un equipo distinto del que perdió 1-6 en San Juan (ni tampoco del que goleó a Excursionistas).
Por eso, y por el trámite del partido, este 1-0 es un triunfazo. Sin embargo, si se tienen en cuenta las situaciones de gol, Boca debió terminar el primer tiempo dos goles arriba. Así hubiera sido en cualquiera de las etapas anteriores de Bianchi.
Lo bueno es que hubo juego asociado. Que no hubo grandes problemas defensivos. Es cierto que el Timao ayudó un poco con errores no forzados. Pero hubo buenos momentos de fútbol de Boca, con mucha energía, mucha actitud, yendo al frente, y con buen tratamiento de pelota. Erviti inspirado y Erbes valiente fueron los puntos altos de ese primer tiempo, los que mejor leyeron el partido que había que jugar. Somoza se multiplicó con criterio y despliegue. A Sanchez Miño le quedó un poquito grande la responsabilidad de ser conductor. Y al Burrito Martínez le quedó grande la azul y oro. Pero Boca hizo el mejor primer tiempo en meses.
El segundo no fue tan bueno, pero se anotó un gol y se pudieron anotar otros tres. Aparecieron las grietas defensivas. Y el cansancio. Y, cuando no, las lesiones y los expulsados. Clemente, Caruzzo, Blandi, Erviti, Erbes, y Martínez, al menos. Se terminó pidiendo la hora, mientras Corinthians mandaba a la cancha a Alexander Pato. Orión salvó un gol inexorable. El palo impidió otro. Y Paulinho mandó a la tribuna otra situación inmejorable para empatar. Hace un año, Romarinho anotó un gol que el Corinthians no merecía y que les hizo ganar su primera Libertadores. Era hora de ligar de un poco.
En cualquier caso, Boca ha dado la talla. Superó las expectativas de sus propios hinchas. Y ha jugado a la altura de sus participaciones anteriores en este torneo, ya ganado en seis oportunidades, como recordó Román ayer para los que daban por muerto a Boca. Por supuesto que puede morir en Brasil. Por supuesto que puede caer goleado. Y aún si superara al último campeón y pasara de ronda, el diagnóstico sería igual de pesimista respecto de lo que viene. Lo que importa es salvar el honor, no sólo en la Libertadores sino también en el torneo, mirando con un ojo el presente y con el otro el futuro. Ese es el desafío que se viene: armar un equipo de pibes con carácter acompañados por dos o tres líderes. Pero eso se verá recién a partir de Agosto.

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