sábado, 2 de febrero de 2013

Oda a Ramón

Los que no hemos tenido la suerte de ser educados escuchando a Bach y a Mozart, los que aprendimos a leer con la revista El Gráfico y nunca supimos de Dante y de Borges, a los irredimibles del fútbol a los que no nos alcanza con los partidos de fin de semana (y los de entre semana) y necesitan "consumir" prensa deportiva, tenemos hoy la bendición del regreso del Pelado Díaz a River y al fútbol argentino.
A ver, por las dudas que no se haya notado, aquí hay lugar solamente para dos colores, el azul y el amarillo. Pero el sentimiento xeneixe no nos nubla la vista a la hora de valorar a un señor del fútbol. Uno que ha sabido validar sus méritos dentro y fuera de River, con jugadores estrellas y con jugadores del montón.
Para los consumidores compulsivos de reportajes, entrevistas, y partidos de fútbol, es mas o menos sencillo imaginar como son los personajes del fútbol. Y Ramón es uno de esos pocos lindos tipos que tiene el fútbol argentino. Es el delantero zurdo más talentoso que me haya tocado ver, desde su aparición en el River de Labruna en el 78 y la gloria del juvenil del 79 del Flaco Menotti, hasta su paso glorioso por Europa lleno de campeonatos y trofeos de máximo goleador, hasta su regreso a River aquella noche de viernes del 91 contra Rosario Central. Debió ser el 9 de la selección argentina de los mundiales de México 86 y de Italia 90. Bilardo prefirió a Almirón y a Pasculli en el 86, a Dezotti y Balbo en el 90 (el Pelado venía de ser goleador y campeón con el Inter de Milán). Todo por no ser amigo de Maradona. Y por estar, al igual que Fillol, Barbas, Passarella, etc. identificado con Menotti.
Se transformó en precoz DT campeón con River, luego de su retiro. Le hizo ganar casi todo (Del Piero le negó la Intercontinental). Pero de su mano, River desplegó el fútbol más excelso que yo le haya visto jamás (tal vez a la par de los equipos de Angelito en los que fue jugador). Decían que Francescoli le armaba el equipo y que solo podía salir campeón dirigiendo cracks. Pero después de haber sido mal echado de River por el chorro de Aguilar, demostró en San Lorenzo que sabe adaptarse al material que tiene y que puede salir campeón con jugadores falopa.
Pero más allá de sus méritos deportivos indiscutibles, como bostero y como persona le admiro sus valores. Su amor incondicional por River. El haber estado toda la vida con la misma esposa. El haber sido y seguir siendo buen hijo de sus padres y buen padre de sus hijos. Y en su faceta de personaje del fútbol, le admiro su lengua filosa, su carismo, su sentido del humor, su entendimiento del show del fútbol, que aprendió seguramente en Italia. Y su vocación de ir para adelante. Porque todavía no le trajeron un refuezo como la gente - solamente llegó Vangioni y ni siquiera pudieron traer a Fabbro de Paraguay - y se nota un cambio de actitud, una disposición de ir al frente que River perdió en los últimos años, desdichadamente.
Escribo esto sin chicana: de Cappa para acá River había perdido su identidad de grande para transformarse en un equipo que salía a ver que pasa. Nunca debió irse al descenso, pero la mejor rueda, la de Jota Jota, la hizo con tres en el fondo, doble cinco, y laterales volantes que no pasaban nunca (Juan Manuel Díaz era más un central que un lateral). Es decir, defendiendo con ocho!!!!!
Con sus más y con sus menos este River es otra cosa y trata de jugar a otra cosa. Con lo poquito que tiene. Pero a la altura de su historia y de su dignidad de gran campeón. Cualquiera sea su posición en la tabla, River ha dejado de ser de la B. Y eso se lo debe, en buena medida, al regreso de Ramón. Los hinchas de River lo saben. Por eso están de fiesta.

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