sábado, 9 de febrero de 2013

Bienvenido Siempre (aunque no nos gusten las novelas)

Esperemos, por el bien de Boca y de los protagonistas, que el anuncio de ayer haya sido el final (feliz) de la novela de este verano.
Bianchi se lo dijo clarito el lunes, por intermedio de Martucci, a Angelici: "En un 50%, Riquelme me sirve". Eso está fuera de discusión, y por eso la decisión de Román de volver a Boca 24 hs. antes del comienzo del campeonato es una buena noticia, la mejor posible. El campeonato pinta atractivo con las llegadas de Gago, Montenegro, Bolatti, Iturbe, Caicedo, y el Burrito Martínez. Pero el verdadero gran refuerzo lo trae Boca y se llama Riquelme. Por sí mismo y porque no es lo mismo, digamos, el refuerzo del burrito Martínez sólo que abastecido por Román.
Los ruidos, entonces, no son los futbolísticos, sino los que vienen de afuera de la cancha. Con el técnico Bianchi tratando de adecuarse a un contexto en el que pierde un poco el timón, con los dirigentes preocupados porque vuelve a aparecerles un callo que creían y querían erradicado, con los periodistas ávidos por titulares escandalosos, con el vestuario tratando de hacer frente a esa carroña periodística.
La novela del verano parece concluir con este regreso. Habrá que ver si efectivamente es el final de la novela o solamente un capítulo más. Lo cierto es que le plantea a todos los actores un escenario diferente.
Comencemos por Román. De Maschio a Maradona, de Bochini a Márcico, de Trezeguet a Verón, los grandes jugadores no necesitan de entrenamientos rigurosos ni disciplina espartana para hacer la diferencia. Por lo cual, su decisión de sumarse con el campeonato en marcha no es un problema de índole física, aunque digan que no quería hacer la pretemporada. Pero lo pone a Román en una posición que no le sienta bien, la de destacarse más por su comportamiento fuera de la cancha que por su rendimiento en el verde césped. Lo hace mejor que Maradona y tantos otros divos, pero no deja de ser uno de ellos. Si hay que elegir, me quedo con Messi (o Iniesta), huidizo y despreocupado por los micrófonos.
Román, desde el twit de su hermano la noche anterior a la final con el Corinthians viene errando (y fiero) en sus movimientos fuera de la cancha. Renuncia sin decir por qué, pero no se retira y sigue como un actor principal en los medios. Cierto es que gracias a ese perfil alto nos libró de Falcioni. Pero luego de la llegada de Bianchi uno esperaba que se restableciera la paz. No solamente no volvió, sino que pegó un portazo ofreciendo razones ininteligibles. Y, lo que es peor, contradictorias con sus dichos anteriores.
Bianchi y los dirigentes, al menos públicamente, lo trataron con todos los privilegios demandados. Pero no fue suficiente. Si Román pedía más dinero o un contrato más largo son detalles irrelevantes, porque Román los merece. Pero si Román niega haber pedido eso, no queda claro por qué dijo que no volvía (más allá de la historia esa de haber dado su palabra, que es insostenible, mucho más a la luz de este regreso).
En fin. El punto es que no sólo dijo que no, sino que además no se contuvo y dedicó varios comentarios críticos al juego del equipo (las mismas críticas que le hacía al equipo de Falcioni) y de la falta de líderes en el plantel (una opinión que uno comparte, pero que en la voz de Román se amplifica... ¿o te creés que Bianchi no piensa lo mismo?). Aún como ex-jugador, esas expresiones parecían imprudentes.
Tras cartón, las razones ofrecidas para volver ahora son aún peores: asumiendo que lo que se nos dice es cierto, Román se ofrece como el salvador - que lo es, pero esa es otra historia y además debe demostrarlo - soslayando a sus compañeros y al propio Bianchi, para rescatarnos de dos derrotas en los superclásicos del verano. Ese es el mensaje de Angelici, luego de la decisión unánime de la comisión directiva de aprobar el regreso: “Me encontré con un hincha de Boca que, después de ver el clásico contra River, sintió ganas de estar nuevamente." No dice que sintió ganas de estar por jugar un clásico o porque no se resiste a retirarse del fútbol, sino porque Boca fue un desastre y encima lo perdió.
Lo escribimos varias veces aquí mismo: esta historia colmó la paciencia del hincha de Boca, aunque ningún hincha de Boca de ley prefiere a Boca sin Riquelme. Lo dice bien Martín Caparrós, en su como siempre excelente nota en el Olé de hoy. Demasiadas vueltas.
Román vuelve al ruedo a su manera, con una movida que exige de todos respuestas apropiadas. A los dirigentes les cerró la posibilidad de un no, porque nadie se animaría a pagar esos costos políticos, como dijo Angelici. A Bianchi, a pesar de las palabras respetuosas para con él, le mina su autoridad en términos de reglas de convivencia, de la decisión de elegir capitán, y hasta de rendimiento futbolístico, porque el mensaje que queda es que Román viene a salvar a Bianchi de un naufragio: si sale bien es gracias al gesto de Román, si saliera mal nunca podría el Virrey echarle la culpa a Riquelme. Y a sus compañeros los pone en la difícil situación de recibirlo con flores o ponerse la Bombonera en contra (ya lo dijo Román en medio de la disputa con Falcioni: si le gané a Maradona, ¿como no le voy a ganar a Falcioni?) Reemplace, en esa frase, Falcioni con Somoza, Orión, o el que usted quiera, y el resultado sería el mismo. Habrá que ver si esa preferencia se traslada también a un posible conflicto con Bianchi, aunque esperemos que esa disputa nunca se desate. Por lo pronto, Bianchi acaba de marcarle tímidamente la cancha en su conferencia de prensa de ayer, en la que en dos ocasiones consecutivas hizo notar que es una lástima que Román se incorpore luego de la pretemporada.
Lo que viene, entonces, más allá de lo futbolístico, serán un par de decisiones en las que se pondrá en juego la convivencia de liderazgos. Esto es: (1) la decisión de cuando vuelve Román a jugar como titular (vinculada a su puesta a punto) y (2) la decisión de quién llevará la cinta de capitán. Ambas decisiones son de Bianchi en lo formal, pero suponer que pueden tomarse sin la anuencia del 10 es ciencia ficción. Sin embargo, Bianchi no esFalcioni (ni Bilardo ni Bielsa), así que pueden chocar los planetas.
Terminemos tal como empezamos. Esperemos, por el bien de Boca y de los protagonistas, que el anuncio de ayer haya sido el final (feliz) de la novela de este verano.

1 comentario:

  1. Coincido, como siempre, en casi (también como siempre) todo. Pero sobre todo en la alegría de tenerlo nuevamente a Román jugando al fútbol. Y en Boca, porque mal que nos pese al resto de los hinchas de otros colores, Riquelme juega mejor cuando tiene la 10 xeneize. Es verdad que ha dado varios traspies Román en estos últimos meses, pero no tantos como los que quisieron endilgarle. Si ahora regresa con ganas y el cuerpo lo acompaña Boca tiene esperanzas de poder jugar nuevamente al fútbol, eso que con el Falcioni style estaba totalmente olvidado.
    Y quiero decir para terminar que Bianchi me está volviendo a sorprender con su inteligencia y lúcida exposición.
    Un abrazo Súper. Y, más que nunca, viva el fútbol de buen pie.

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