sábado, 13 de abril de 2013

Sin Falcioni que putear

Si al menos estuviera Julio César en el banco, los hinchas de Boca tendrían más sencillo el trámite de adonde dirigir las puteadas. Pero no. No hay bull-dog. Y este goleada se inscribe en los libros más trágicos de la historia xeneixe, frente a un rival casi descendido, que acumulaba 16 fechas sin ganar. Al igual que contra Unión, Boca se deja escribir records en la cara, al tiempo que le genera nuevos problemas a Independiente, que sigue barranca abajo (Independiente le creó más situaciones de peligro a Boca que Unión y San Martín de San Juan juntos - le hicieron entre los dos nueve goles - pero no pudo ganarle jugando con uno de más por 80 minutos).
Ahora se entiende mejor la decisión de Riquelme de volver, hace apenas dos meses y luego de ver como este Boca de Bianchi caía de manera indolente frente a River en los clásicos del verano. Es más, si no fuera por la vuelta de Riquelme, este Boca ya estaría fuera de la Libertadores. Y ya está fuera del campeonato. Por más que las espaldas de Bianchi sean anchas, ya le estarían entrando las balas si no fuera porque el equipo todavía está vivo en la Libertadores y porque, con Riquelme sano, este equipo todavía podría ser candidato.
La derrota duele porque, además de la humillación, no está a mano la excusa de decir que se jugó con suplentes o que intervinieron factores ajenos a lo futbolístico. La defensa es la misma que jugó el primer partido del campeonato (con Sosa roto). Y la delantera era también la titular en el inicio. Ustari es arquero de selección. Y Bravo, Sanchez Miño y Colazo son de lo mejor de la cantera de cara al presente y al futuro. Pero el paso por San Juan parece haberlos "sanjuanuizado" y a la hora de la siesta se durmieron todos una siesta de 90 minutos que el rival aprovechó sin complejos.
Los seis goles de SMSJ tienen todos la misma factura: la defensa se duerme y le convierten. Dos se come Burdisso, otro se come Ustari, otro se come Caruzzo, otro Silva, y en el otro el error es colectivo. Faltaron, apenas, un golcito en contra y un expulsado.Y el gol a favor fue un penal mal cobrado, no era falta ni era adentro del área.
Nunca hubo siquiera un acto reflejo de rebeldía en los hombres de Boca, no sólo para correr al rival sino también para asociarse e intentar jugar al fútbol. Lo mejor de Boca en las últimas fechas y lo mejor que tiene Boca para los próximos años, Sanchez Miño y Bravo aparecieron desdibujados luego de los buenos partidos anteriores. Burdisso, Cellay, Silva, el Burrito Martínez, y el laucha Acosta demostraron que la camiseta de Boca les sigue quedando muy grande. Fueron pilares de recientes equipos campeones, Arsenal, Estudiantes, Velez, y Lanús, respectivamente. Pero, como sugirió Bianchi sin hacer nombres, no han dado la talla.
Sin embargo, no se puede caer en la fácil de encanar a los jugadores soslayando el papel del técnico. Después de la tonta y decisiva expulsión frente a Independiente, uno esperaba no ver nunca más a Cellay con la camiseta de Boca y sus zapatos naranja. Por supuesto que las lesiones podrían hacernos comprender la necesidad de recurrir a él para jugar este partido en San Juan. Pero es inconcebible que le dejen a Cellay la responsabilidad de patear un tiro libre a 27 metros del arco de Ardente, uno de los que habitualmente ejecutaría Riquelme. ¿Hizo alguna vez un gol de tiro libre, aunque más no sea en entrenamientos?
Esta derrota deja a Boca en una posición complicada, con apenas 8 puntos en 9 fechas (menos del 30%), con solo una victoria, 5 empates y 3 derrotas. Falcioni hubiera caído con esta derrota. Bianchi puede aguantar porque sigue vivo en la Copa y porque implícitamente nos viene prometiendo una renovación que Boca se merece. Pero como están las cosas, Boca es Riquelme y unos pocos más. Para que anoten los contras.

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