Así como el título local se perdió frente a Banfield, tal vez la mejor manera de interpretar esta derrota haya que buscarla en el gol de Romarinho en la Bombonera la semana pasada. Román pierde una pelota cerca de la línea central, Somoza pierde su marca, a Caruzzo le aguantan la pelota de espaldas y se le dan vuelta, y Romarinho pica a espaldas de Clemente para definir de manera deliciosa por encima de Orión. O tal vez se perdió en la jugada siguiente: centro de Clemente, frentazo impecable de Viatri, travesaño, rebote para Cvitanich que entra solo y se pierde el gol.
El partido de esta noche en el Pacaembú estaba y estuvo abierto hasta el segundo gol del tal Emerson. El primer tiempo fue de Boca, aunque ninguno de los dos pateó al arco. Boca ganó de arriba en las dos áreas pero cabeceó afuera las situaciones de gol propias. El partido pintaba, como se decía en la previa, para patear penales. Porque los dos equipos son sólidos defensivamente y sus planteos son bastante conservadores. Menos iban a arriesgar en una final. Así que el negocio era no cometer errores y aprovechar la pelota parada. No se le dió a Boca, a pesar de que tuvo más situaciones de pelota parada que el Corinthians. Y el equipo brasilero, igual que en la ida en la Bombonera, en la primera llegada convirtió. Esta vez fue Franco Sosa, quien dejó suelta la bola. Taco de Danilo, definición de Emerson y a cobrar.
Pero el partido seguía abierto. Porque el Corinthians no es un equipo que meta miedo por su poder ofensivo. Había que seguir igual. Intentar por los costados y seguir tirando centros para ver si el rebote le quedaba, esta vez, a los nuestros, como le quedó antes a Emerson. Porque por abajo no se podía. Ellos juntan mucha gente cerca del área propia y achican en la puerta del área, casi siempre bien. Entonces tenía que ser por arriba. Pero sin desesperarse. Sin embargo, Falcioni cambió el libreto. Apuró el cambio mandando a la cancha a Cvitanich por Ledesma. Con Closs coincido en que ese primer cambio tenía que ser Viatri. El que salía debería haber sido Mouche o Silva, ambos de pobre partido y sin justificar el cartel de estrellas que se autoadjudican. Salió Ledesma, igual de bajo (pero el que debía entrar era Rivero).
Boca no sintió las ausencias de Roncaglia ni la Orión en medio del partido. Si sintió la ausencia de Sanchez Miño, mientras los hinchas se preguntaban en los foros partidarios porque no juega Clemente en el lateral derecho y Sanchez Miño en el izquierdo ante la deserción de Roncaglia. Si sintió la ausencia de un centrodelantero que hiciera goles y no jugara todo el tiempo a los autitos chocadores. Si sintió la ausencia de un Cvitanich en el nivel del 2011, antes de la lesión. Riquelme tuvo un buen primer tiempo y un segundo para el olvido. Schiavi, una pena, regaló con su error el segundo gol del Corinthians que sentenció el pleito.
El equipo brasilero gana esta Libertadores en condición de invicto, con un solo gol en contra de visitante (el que le hizo Neymar en las semifinales). Le ganó a todos los que le tenía que ganar. No quedará en la historia del fútbol sudamericano porque no juega como equipo brasilero. Pero no se pueden negar sus méritos. Ello aunque si la lógica hubiera imperado en estos momentos se estaría jugando un alargue intrascendente para resolverlo en los penales. Pero cuando los astros se alinean en contra no hay caso... Hace unos años Boca hizo famoso a un mexicano, el Bofo Bautista, un jugador mediocre que se destacó por ganarle una serie de Libertadores a Boca. Hoy es el día de Emerson, otro jugador del montón con la suerte de haber estado en el lugar preciso en el momento apropiado.
Vendrán ahora las miserias conocidas. Los reproches al técnico. Las acusaciones veladas al capitán (y los rumores de su retiro o pase al exterior). La pasada de factura a Schiavi. Los cachetazos a Angelici por los episodios de Roncaglia y Cvitanich. Las versiones sobre pases, retiros, y demases.
Pero estoy seguro de que el hincha no perderá de vista las conclusiones verdaderas. Desde el torneo anterior - en coincidencia con el retiro de Martín Palermo - Boca pacificó el vestuario, ganó de punta a punta y en condición de invicto el campeonato anterior, y se mantuvo hasta el último día de competencia en condiciones de ser campeón. En el torneo local, en la Libertadores y en la todavía abierta Copa Argentina (el título que menos interesaba e interesa). Y lo hizo con un juego sólido, sin fisuras, con el mejor fútbol de Argentina, de la mano del mejor jugador argentino sano, feliz, y en buen nivel. Sin pasar verguenza. Y en el caso de esta final frente al Timao, derrotado solo por la mala suerte (y por tres errores defensivos). Esos son hechos. Lo demás es la escoria que esperemos que entre la dirigencia, el cuerpo técnico y el plantel puedan mantener controlada. Aunque ello vaya en desmedro de los intereses de los periodistas.
que dia tristeeeeeeelme encima que se quedan sin triple corona sin doble corona sin corona encima los madruga el freezer y los deja mas frios de lo que se quedaron anoche en brasil. a ver que decis ahora
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