sábado, 27 de julio de 2013

Por penales: Amanece una nueva hegemonía brasileira

No hay que ser adivino ni entender mucho de esto para vislumbrar la recuperación brasileña en el horizonte latinoamericano y mundial. No ha sido a fuerza de una cantera riquísima, pues a pesar de la fulgurante aparición de Neymar, de Brasil no salen super-estrellas como hace tres décadas. No ha sido a fuerza de un juego deslumbrante, como supo serlo entre los 60 y los 70, también en los 80 aunque ganando menos, e incluso en los menos vistosos equipos campeones de los mundiales 1994 y 2002.
El proceso pudo iniciarse en 2010. Escribimos aquí que ese Brasil era el único equipo con posibilidades serias de ganarle a la mejor versión de España, a la postre campeón del mundo. De hecho, sigo pensando que si no se le aflojaba la mandíbula contra Holanda después de poder golearlo en el primer tiempo, hubiera sido el campeón.
Pues bien, ahora aplastó a España en la final de la Copa de las Confederaciones (y le hizo precio). Desde luego que no hay esos cuatro goles de diferencia entre los dos seleccionados. Y hay que registrar el hecho de que Brasil arrancó ganando esa final desde el vestuario. Pero también anotemos que el seleccionado de Felipao tuvo que sobreponerse a un ambiente político y social enrarecido que eligió como escenario, precisamente, la Copa de las Confederaciones. Su selección no podía fracasar. Y fue la responsable, con su categórica victoria frente al campeón reinante, de aquietar los clamores sociales y alinear las ansiedades al proyecto estrictamente futbolístico, como le gusta a Dilma y a Lula.
Esta semana asistimos a una nueva consagración. Por penales, el Atlético Mineiro de Ronaldinho se consagró campeón de la Copa Libertadores de América por primera vez en su historia. Se suma al Inter de Porto Alegre, al Santos de Neymar, y al Corinthians para consolidar la hegemonía brasileña. Los últimos cuatro campeones fueron brasileños. Y salvo la victoria del Inter, los otros tres se impusieron a equipos con rica historia en esas finales (Peñarol, Boca, y ahora Olimpia).
Cierto es que el Mineiro jugó su mejor fútbol en la primera ronda. Que superó las instancias finales jugando de regular para abajo y solamente por penales. Que dió muchísimas facilidades defensivas, no solamente por sistema sino por distracciones imperdonables en estas competencias. Esos errores, normalmente, te los facturan. Al Chiapas le regaló un penal en el último minuto del partido. Si convertía se quedaba, de local, en cuartos, afuera de la copa, después de dominarlo. Luego fue Newells. Pudo llevarse un empate de Rosario, pero terminó 0-2 en la ida. Y aunque un gol tempranero en la vuelta le devolvió las esperanzas, iban 41 del segundo tiempo y a la final pasaba el equipo de Martino. Tuvieron que apagar la luz y agitar los fantasmas de viejas frialdades pectorales rosarinas para llevarse el empate en la última jugada del partido y terminarlo por penales, también sufriendo por errores propios. Porque esa seria la perdió Newells, no la ganó el Mineiro. Y la final fue parecida, hasta en el resultado. Olimpia, por las ingenuidades defensivas del equipo brasileño, se llevó un inmerecido 2-0 en la ida, por un gol de tiro libre como cualquiera que pareció brillante por la chambonada conjunta del arquero y del zaguero. Y en la vuelta, nuevamente, el Olimpia tuvo todo para empatar en un gol y liquidar la serie. Pero el tronco Ferreyra se resbaló y, que paradoja, con un cabezazo, el Mineiro pudo empatar 2-0. Pudo también ganarlo en el alargue. Pero el partido se definió en los penales. Y ahí el Mineiro no falló.
Con un poco de suerte a cuestas, Brasil se perfila para recuperar su liderazgo internacional. Será local en el mundial del año próximo. Y será difícil robarle el título en su casa si consolida un buen sistema defensivo y cambia la antigua belleza por la nueva efectividad. España ya no es rival, diezmada por el paso del tiempo. Solamente Alemania aparece en el horizonte para complicarle el camino. Argentina, como el Barça, sigue en manos de Messi.

lunes, 22 de julio de 2013

La más arriesgada de Zubi (y la añera)


Por una cifra exorbitante, Barcelona FC se aseguró la presencia de Neymar, luego de una temporada con repetidos éxitos locales y un sorpresivo (por lo abultado) traspié ante el Bayern Munich. Con Neymar, el Barsa tiene en la alineación inicial a los tres mejores diez del mundo. Sobre eso no hay discusión: Messi, Iniesta, y Neymar, en ese orden o en el que usted quiera, son los tres mejores del mundo. Tiene además a Xavi, a Cesc, a Busquets. Se da el lujo de regalar a Villa y a Thiago.
Los críticos anotaron en el debe del Barsa su falta de variantes, su obstinación con el tiki-tiki. Pero las incorporaciones no parecen dirigidas a resolver ese problema sino a seguir insistiendo con la misma receta. Que, de tan exitosa, fue capaz de sobrevivir exitosamente a Guardiola, Vilanova y Roura, el verdadero técnico del último campeón español, en piloto automático. Salvar la receta al precio, tal vez, de desestabilizar el vestuario incorporando a una estrella que puede hacerle sombra a la única estrella en el firmamento catalán (porque Iniesta es tan grande que simula ser pequeño).
Por eso, el anuncio de la salida de Vilanova, además del pesar por la enfermedad de Tito, preanunciaban una fórmula semejante. Elegir a alguien del riñón, con antecedentes es la escuela de Cruyff-Michels, acostumbrado al vestuario blaugrana, para que nada cambie.
El volantazo de Rosell, que es el del arquero Zubizarreta, es ir por la opción más arriesgada. Elegir a un director técnico sin experiencia en equipos grandes de ligas mayores. A alguien con muy buenas referencias de sus mentores y de sus dirigidos, pero con un palmarés flaco en éxitos. A un técnico competente e identificado con el proyecto del Barsa, pero que carece de experiencia en Europa. A un técnico que nunca estuvo en el vestuario de un grande, ni como jugador ni como DT, excepto cuando jugaba de visitante.
En la nube de humo que se acerca con la fuerza de un huracán, se presenta a Martino como un amante de la tenencia del balón. Esa descripción es correcta en lo que respecta a su Instituto de Córdoba. Pero, tal como escribimos en el transcurso del mundial 2010 (ver acá), la selección de Martino era la versión sudamericana de Italia. No nos referimos sólo al planteo mezquino frente a la España que a la postre fue campeón del mundo. Por ejemplo, pasó a Japón de suerte en los penales, luego de haber pateado apenas cuatro veces al arco en 120 minutos.
Es, como se escribió esta semana en Olé, una versión mejorada de Bielsa. Con el mismo humo, pero con más seriedad y más experiencia de vestuario. Pero ni el uno ni el otro representan amor por la tenencia. Bielsa va al frente, eso es innegable. Pero lo hace verticalmente. A "la europea". No como hacen los brasileros o, ahora, los españoles a partir de la era del Barsa. Martino ha sabido ir al frente y refugiarse dependiendo de las circunstancias. En eso es más pragmático. Y su pragmatismo le servirá para limitarse a mejorar lo bueno del Barsa y contribuir a que defienda un poco mejor. No vendrá el Tata con ideas revolucionarias. No vendrá a cambiar nada.
Vendrá, nada más y nada menos, que a asegurar la hegemonía de Messi en el vestuario blaugrana. Tiene derecho, al fin y al cabo. No le consultaron por Neymar y encima le pagan una fortuna y lo reciben como si fuera un salvador. Como si ya no tuvieran uno.
Desde aquí le deseamos suerte al Tata. Uno de los mejores jugadores que ví en mi vida en el lugar de la cancha en el que yo jugaba. Pues el Tata se formó en un tiempo en el que "el 8" no era ni carrilero ni doble-cinco. El 8 era el volante de creación por la derecha. Era un diestro que jugaba un poco más retrasado que los delanteros, en la mutación del 2-3-5 al 4-3-3. Ochos eran J. J. López, Brindisi y tantos otros. Pero luego el Tata mutó sus convicciones. Llegó a declarar que el no se pondría a sí mismo. Porque no corría.
Le deseamos suerte al Tata pero le advertimos al lector blaugrana que le esperan tiempos difíciles. Que esta es una decisión a la medida de erráticas decisiones anteriores que comentamos oportunamente aquí. Porque más allá de las posibles limitaciones del tiki-tiki o de la falta de variantes por tener un 9 de área, el problema de este Barsa estará en el vestuario. Y es ahí donde juega la experiencia en el vestuario y la capacidad para jugar finales. Porque saber de fútbol no es solamente entender del juego sino saber trasmitirlo. Y trasmitirlo no sólo es una cuestión de decir las palabras o de apelar a la razón. Hay que saber llegar al corazón del jugador y hacerlo dar más de lo que puede dar. En esas circunstancias en las que no hay razón. En la que tiemblan las piernas. En las que se juega todo.
Es en esas circunstancias que a Bielsa y al bielsismo les pasa lo que tan bien supo describir el maestro Atahualpa Yupanqui: tira el caballo adelante, pero el alma les tira para atrás.

miércoles, 17 de julio de 2013

Algo huele mal en Cataluña

Parafraseando a Hamlet, y en contraste con la celebrada llegada de Neymar al Barcelona, comienzan a confirmarse los indicios que preanunciaban el comienzo del fin. No pudieron ni Mourinho ni Florentino Perez ni los euros del Madrid. No pudieron tampoco los alemanes, a pesar de haber despachado al Barsa de la Champions con un 7-0. No pudo siquiera Guardiola, que dejó sensación de orfandad pero fue bien reemplazado por Vilanova y Roura confirmando la tesis del piloto automático. Pero la sumatoria de decisiones dirigenciales recientes sumadas al entredicho de estos días entre Pep y Tito, termina de confirmar que hay un ciclo glorioso que culmina. Cualquiera sean los resultados deportivos. Y a pesar de poder reunir con la misma camiseta a los tres mejores jugadores del mundo, que ya de por sí es un exceso.
No vale la pena ni tengo memoria para establecer el comienzo. Pero la historia le da la razón a Cruyff. El holandés le apuntó y le apunta a los dirigentes, a los que lideraron el proceso glorioso y a los que hoy, con sus malas decisiones, confirmarán las sospechas de que no hay futuro. No se trata de si se juega con 9 de área o 9 falso. Si tiene variantes o sigue jugando a lo mismo. Si le busca un reemplazante de fuste a Puyol o se conforma con lo que tiene.
Se trata de comprar a Villa en 30 millones de euros y venderlo en 2. Se trata de comprar a Eto'o en 25 millones y regalarlo luego en un canje por Ibrahimovic que costó el pase de Eto'o más 51 millones de euros. Se trata de sacarse de encima a Abidal y de dejar ir a Thiago Alcántara por 25 millones que parecen poco por la última joya de La Masía, encima con destino Bayern Munich, en donde también recala Pep.
El cabaret de esta semana entre Pep y Tito es la frutilla innecesaria de la torta trágica. Pep acusa a los dirigentes que también acusa Cruyff. Tito responde como buen empleado de la dirigencia del Barsa, ventilando - sin que nadie lo invitara a la fiesta - cuestiones personales que no corresponde hacer públicas (porque son privadas), y lucrando de paso con su enfermedad. Y la prensa promueve encuestas para ponerse de un lado o del otro, preparando el terreno para abuchear a Pep si es que en algún cruce tiene que visitar el Camp Nou. Mientras tanto, Rosell y Zubizarreta se entretienen en las sombras. Es lo que suele pasar al darle poder de decisión a un arquero, como diría Maradona. El poder todo lo corrompe.

jueves, 11 de julio de 2013

No saben jugar finales


Con esas palabras se despidió el Mellizo Guillermo Barros Schelotto del Monumental la noche gloriosa del jueves 17 de junio de 2004, luego de que Boca eliminara a River de la semifinal de la Copa Libertadores jugando de visitante pero sin público visitante y sin el colombiano Vargas desde el inicio del segundo tiempo. Antes, Guillermo había ganado moralmente ese partido, había demostrado como se juegan finales.¿Alguien pensaba de verdad que Newells pasaba esta noche a la final de la Libertadores? Es cierto, la lógica indicaba que con un 2-0 arriba (luego de que al Mineiro le anularan un gol lícito que empataba el partido en Rosario), el equipo de Martino corría con el caballo del comisario. Cierto es también que el Mineiro empezó ganando de muy temprano, merced a un pase exquisito de Ronaldinho y una gran definición de Bernard. Cierto también que el Mineiro defiende horrible. Cierto que el Mineiro le dió a Newells un baile de novela, especialmente en el primer tiempo. El equipo brasilero terminó con el 61% de posesión. Y si no lo terminó ganando 3-0 es por los aciertos de Guzmán, los errores de los definidores, y los penales que no le cobraron (dos fueron claros).
Pero había pasado la media hora del segundo tiempo y el partido seguía, apenas, 1-0. Injusto pero real. El Mineiro se quedaban sin nafta. Hasta tuvieron que apagar la luz, parar el partido y darle unos minutos, mientras los rosarinos encendían las bengalas y se preparaban para la final con Olimpia.
Pero el partido desnudó la estirpe copera de Martino, como buen discípulo de su maestro Bielsa. Y, Newells, coherente con su historia, regaló el partido cuando ya se terminaba. Primero fue Mateo, obsequiándole a Guilherme el 2-0 (y si se definió en los penales es porque Dinho no pudo definirlo en la última jugada del partido). Y, ya en los penales, con la cosa 2-2, primero Jo y luego Richarlyson fallaron, dejándole a Newells, otra vez, las puertas abiertas de la final. Pero primero Casco y luego Cruzado le salvaron la vida al Mineiro. Luego Dinho anotó el suyo y Maxi Rodríguez le dió al Mineiro, con su tirito a las manos de Victor, el pase a la final de la Libertadores.
Se le quemaron los papeles a Guzmán, que no atajó ni le anduvo cerca a ninguno de los penales del Mineiro. Se apagó la mística de Maxi Rodríguez, hasta hasta un rato héroe inolvidable de no se sabe que gesta. El carácter se revela en las difíciles.
Como el Athletic Bilbao de Bielsa en sendas finales frente al Atlético de Madrid de Simeone y al Barsa de Pep, como la selección de Bielsa en aquel partido decisivo frente a Suecia en el Mundial 2002, el Newells del Tata volvió a pechearla en una final. Si hubiera ganado, de nuevo, por penales, el bielsismo y sus representantes mediáticos destacarían la "gesta", a pesar del paseo en el Mineirao, y de una definición por penales innecesaria. Hoy destacarán el título local. Que hasta Falcioni ha ganado en el fútbol argentino.